Le brinda la oportunidad de, por le precio de una entrada, contemplar casi dos horas de sus bellos paisajes urbanos, pues poco hace la película por intentar que el espectador decida interesarse por los personajes o la historia en lugar de fijarse en los paisajes.
Ray (Colin Farrell) y Ken (Brendan Gleeson) son dos matones londinenses a los que su jefe Harry (Ralph Fiennes) envía una temporadita a Brujas, hasta que el fracaso -culpa de Ray- de su último trabajito juntos se comience a olvidar.
Allí uno conocerá el amor, purgarán sus pecados, verán bonitas postales, se pelearán, dispararán... y todo ello rodeados de más enanos que en toda la filmografía de David Lynch.
Todas las críticas que uno puede ver por ahí nos recuerdan lo mucho que Martin McDonagh le debe a Harold Pinter, y lo pinteriana que resulta su "Escondidos en Brujas".
Tal vez, o tal vez sea una manera de encontrarle sentido a los diálogos vacíos y casi aleatorios, a las infinitas pausas dramáticas y a la general ausencia de contenido y mensaje que tiene la película.
El que aquí les escribe se va a ahorrar toda referencia a dramaturgos y cultura gafapasta y con los pies en la tierra les dice que "Escondidos en Brujas" es una tontería.
Una especie de "Quentin Tarantino esperando a Godot", la cinta coloca a sus protagonistas en una situación de aislamiento, incluso con sus puntos de surrealismo, en la que uno se afana en encontrar algún sentido oculto a las banalidades sobre las que Ray y Ken hablan, o a las dinámicas que se establecen entre ellos, sin éxito.
Tampoco se tiene mayor fortuna intentando darle un sentido a la historia, que avanza gracias a las intervenciones de Harry, el malévolo jefe, y que desemboca en un festín de sangre y espachurramientos un poco fuera de lugar.
Tampoco termina uno de hacerse con los personajes, particularmente con el de Colin Farrell, que es un poco como el gitano de Pitt en "Snatch" pero con un par de años más de E.G.B.
Es el gracioso de la película, y casi todas de sus intervenciones -y créanme que el chaval pasa por muchos dramas humanos de personas con sentimientos- se saldan con un chiste, cosa que termina por cansar.
En general la comedia no termina de calzar en el conjunto, particularmente la infinidad de chistes geográficos (que si menganito es americano, que si el otro es canadiense) de dudosa gracia.
Dejando de lado su guión, a McDonagh le va un poco mejor como director, aunque tiene una cierta tendencia al melodrama (no faltan esos planos cenitales del asesino arrepentido y arrodillado, con su reciente víctima en los brazos, llorando y gritando al cielo), lo cierto es que los pocos momentos en los que "Escondidos en Brujas" resulta atractiva son aquellos en los que el personal se calla y se dedican unos a dispararle a otros, y viceversa.
El reparto funciona relativamente bien. Colin Farrell cumple, excepto en aquellos momentos en los que parece quedarse sin ideas y recurre a toda una baraja de ticks nerviosos, gestos repetidos y mucho comerse las uñas más propia de Gary Oldman, o cuando le da por poner las cejas así como el tejado de un bungalow, la marca de la casa.
Brendan Gleeson mucho mejor en todos los aspectos, y Fiennes se limita, esencialmente, a hacer de Lord Voldemort pero cambiando la varita por un pistolón.En fin, una película con bastantes pretensiones que sin embargo se queda en nada, Recomendada para seguidores del "Lonely Planet".
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